Brenda era
una chica muy bonita, delgada pero de una figura bien definida y rasgos
femeninos muy acentuados, tenía unos ojos verdes muy intensos que al mirar
parecían penetrar el alma. Siempre fue tímida, en el colegio su círculo de
amigos era muy reducido debido a que casi nunca socializaba con nadie, eso no
había cambiado a pesar de estar ya en la universidad y haber entrado a los 21
años, parecía no tener mucho interés en lo que la mayoría de los jóvenes a su
edad, no tenía novio ni pretendientes a pesar de su belleza, en realidad no era
porque algunos chicos no hubiesen intentado conquistarla sino más bien porque
ella los alejaba debido a la falta de interés que tenía en el asunto. En todo
caso eso no le restaba merito pues era considerada por todos una estudiante
excelente sin importar su poca comunicación.
Aquella
noche Brenda estuvo un poco inquieta, no sabía que pero algo le atormentaba,
como esa alerta interna que nos indica cuando algo muy malo esta por suceder,
se levantó y miro el reloj, marcaba las 2 de la mañana, bajo las escaleras
hasta la sala y camino hacia la cocina de repente sintió un golpe fuerte en la
cabeza, se sintió mareada y cayo sin sentido.
Cuando abrió los ojos tenía un
intenso dolor de cabeza y la visión borrosa pero distinguía luz, poco a poco se
le fue aclarando la vista y pudo notar que estaba atada a una silla, le habían
colocado tape en la boca, trato de moverse pero parecía inútil, estaba
fuertemente amarrada, de su frente caían algunas gotas de sangre por lo que
pensó que no había pasado mucho tiempo desmayada, de pronto escucho pasos
acercarse, intento gritar pero solo emitió un leve sonido gutural a causa de la
cinta que le sellaba los labios. Un hombre alto, de piel blanca y el rostro
cubierto por una máscara negra apareció de pronto, vestía ropa de montaña y
traía un cuchillo de cazador en la mano. –Por fin estas despierta cariño,
empezaba a impacientarme.
Se le acerco
y sujetándola por el cabello le coloco el cuchillo sobre la mejilla, Brenda
tenía los ojos desorbitados y su respiración indicaba que un miedo descomunal
se había apoderado de ella, estaba atrapada y no podía pedir ayuda, no tenía
idea de quien era ese hombre que la había secuestrado en su propia casa. –Yo no
sé tú preciosa, pero yo me divertiré mucho hoy. Le dijo con una voz macabra el
extraño mientras deslizaba el filoso cuchillo atraves de su cuello.
De pronto se
apartó y se quedó mirándola fijamente como si la estuviera estudiando, Brenda
continuaba forcejeando y respirando apresuradamente. –Lo siento linda, pero ya
me canse de este juego, ese es mi único problema, no me sobra la paciencia. Se
le acerco y desato su pierna derecha, ella solo estaba vestida con una blusa
corta y un short por lo cual tenía las piernas desnudas empuño el cuchillo con
fuerza y de un golpe lo hundió en su muslo. Se escuchó un grito ahogado
acompañado de lágrimas que caían de los ojos de la chica, el dolor era
indescriptible, el hombre retorcía el cuchillo entre la carne de su muslo como
para hacerla sufrir más allá de lo que ya estaba sufriendo, Brenda tenía los
ojos cerrados con fuerza, poco a poco la silla se mojó con la sangre que caía
desde la herida, de sus ojos caían lagrimas que reflejaban su dolor, esto
parecía animar y excitar más aun a su secuestrador quien sonreía placenteramente,
la rodeo despacio y se colocó a su espalda, le agarro el cabello con fuerza y
lo aspiro como si intentara absorberlo. -Eres una belleza, te garantizo que el
mundo lo sabrá.
Dicho esto
le hundió todo el cuchillo en el cuello desde el lado derecho hasta que salió
la punta por el izquierdo. Brenda convulsionaba mientras la sangre le ahogaba,
intentaba desesperadamente librarse de aquello que le cegaba la vida pero era
inútil, de su cuello la sangre caía de manera torrencial cubriéndola toda. Poco
a poco perdió la fuerza y ya no se movió más.
Dos días más
tarde una chica pelirroja intentaba guardar sus cosas en el casillero de la
universidad cuando noto gotas de un líquido rojo y viscoso que goteaba a su
lado, le pareció extraño y decidió notificar a la rectoría quienes enviaron a
abrir por la fuerza el casillero. Para sorpresa de todos encontraron dos bolsas
plásticas conteniendo los intestinos y extremidades de Brenda, una nota del
asesino decía:
‘’Una
pequeña muestra de belleza interna’’
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